summer_of_69 escribió:Pues a mí, me caía como una patada en el culo. Lo tenía todo, el hombre: borde, maleducado, inculto, autoritario, ladrón, corrupto e incluso, por lo de Los Ángeles de San Rafael, podemos considerarle asesino por negligencia.
... en fin, el tipo de "líder" por el que babean los fachas del foro.
En el libro 'Salvaje' dedicado a la vida y milagros de este personaje y cuya lectura recomiendo, se explican sus salvajadas con todo lujo de detalles.
En el caso concreto de Los Ángeles de San Rafael, con casi 60 muertos y centenares de heridos, muchos de los cuales quedaron inválidos de por vida, ni siquiera la negligencia irresponsable es el aspecto fundamental, que también, sino que cabe hablar de homicidio masivo puro y duro.
Apenas unas horas antes del desastre, un arquitecto y un aparejador amigos del ballenato soriano inspeccionaron el edificio, levantado sin licencia de ningún tipo, y se llevaron las manos a la cabeza, ya que el cemento no estaba fraguado y los pilares eran increíblemente débiles e inestables, un peligro mortal teniendo en cuenta que el evento, una convención de la cadena SPAR con varios centenares de comensales, concentraría a la mayoría de ellos en la primera planta, donde estaba la presidencia de la firma. Una chapuza criminal en la que solo contaban las ansias de lucro rápido.
Estos expertos conminaron de forma perentoria a Jesús Gil como propietario del edificio a suspender esa celebración, ya que iba a terminar en catástrofe, pero el soriano, en su mejor estilo, los mandó a tomar por culo y no les hizo ni puto caso. A él lo único que le importaba era la buena pasta que iba a sacar con el evento.
Adolfo Suárez, por entonces gobernador civil de la provincia, fue avisado de inmediato tras el derrumbe y se enfrentó a puñetazos a Jesús Gil cuando comprobó la enorme chapuza. Desde entonces, fueron enemigos irreconciliables.
Le cayó una condena de varios años, pero Franco le indultó al poco tiempo, tan generoso él con los de su cuerda. Vivió como un capo mafioso en la cárcel de Segovia, con comida traída expresamente para él desde Casa Cándido y sin que le faltaran nunca botellas de Cardenal Mendoza y sus puros favoritos.
El ballenato siempre conservó un busto de Franco como una de sus posesiones más preciadas.