Rienzi es como Jordi Hurtado, ha existido desde el principio de los tiempos. Se han encontrado unas inscripciones en una roca, en un estrato muy anterior a la existencia de los primeros homínidos en un lenguaje desconocido. Las primeras traducciones indican que la inscripción maldice al meteorito que acabó con los dinosaurios y desprecia a "esos ridículos seres calientes y cubiertos de pelo que habitan el planeta en la actualidad".
Un profundo trabajo de rastreo bibliográfico nos permite detectar la huella que Rienzi ha dejado a lo largo de la historia en la crítica literaria española:
"Ille miser Gonzalus de Berceo nuncupatus nugas in scriptas idiomate transcribere ausus est, quas vulgus cottidie in vulgari patibulo loquitur. Et quasi parum sit, Dominum nostrum, Virginem Mariam, et sanctos in illa terribili lingua, nominat" (Rienzi, en un pergamino datado a mediados del Siglo XIII, encontrado en la Iglesia Arciprestal de Las Inviernas, calzando una pata de la mesa de la sacristía. Actualmente, se conserva en la Biblioteca Nacional).
"La terrible infestación de esas horrendas estrofas italianas que sufre nuestra poesía nos hace añorar los cancioneros de hace cincuenta años y las coplas de Jorge Manrique. El catalán Juan Boscán se contaminó de los metros italianos, enseñó al nefasto Garcilaso de la Vega cómo componer esas horrendas estrofas de once sílabas, y de la Vega ha mancillado con ellas la pureza de la lengua castellana" (Manuscrito de Rienzi, fechado en 1540. Actualmente pertenece a los archivos privados del Vizconde del Botijo Verde).
"La hermosa métrica renacentista ha sido mancilladase sonroja al enfrentarse a los versos escritos por una nueva generación de plumíferos que se hacen llamar a sí mismos "barrocos". El descenso a los infiernos lo empezó Miguel de Cervantes, que en la bufonesca obra llamada Don Quijote de la Mancha se burlaba de todo cuanto es hermoso, noble y heróico. ¡Malhaya el día en el que los bondadosos Padres Mercedarios le rescataron de la prisión turca en la que con justicia se pudría!. Pero los que vinieron luego fueron peores, como las llamadas comedias de malos escritores como Lope de Vega y Tirso de Molina, que escriben solo para complacer los bajos instintos del vulgo que nutre su público. Y se completó con los absurdos versos que escriben los infames Francisco de Quevedo, con justicia desterrado de la Corte, y Luís de Góngora. Nadie que los haya leído ha sido capaz de entenderlos" (Del libro "La triste senda de la Literatura Castellana", de Rienzi, impreso en Madrid en 1630).
"Los insignes Padres Mariana y Feijoo se revolverían en sus tumbas si pudieran ver las inmundicias que leen los españoles de hoy. José de Espronceda, con sus versos rebuscados y artificiales, loa a delincuentes, asesinos y bárbaros, e incita a la juventud a llevar un estilo de vida salvaje y sin normas. Y Mariano José de Larra, con sus diversos seudónimos, llenó los periódicos de sueltos en los que se dedicaba a burlarse de las buenas costumbres y de los madrileños de pro. ¿Qué vendrá después" (Artículo de Rienzi en el periódico "El Clamor de la Tradición" fechado el 31 de Febrero de 1840).
"Los hermosos versos de los autores románticos como Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro, que nos hablaban de hermosos y nobles sentimientos han sido remplazados por las novelas de Vicente Blasco Ibáñez, Leopoldo Alas (que firma como Clarín) y Emilia Pardo Bazán, que se regodean en los bajos instintos, los actos repulsivos y los personajes infames con la excusa de retratar la realidad" (Artículo de Rienzi en el periódico "El Lábaro", fechado el 31 de Junio de 1885).