Esta mañana, caminaba feliz por el barrio de Santa Cruz, todo lo feliz que pueda estar una chica que en una mano lleva una bolsa con una cazadora de la nueva colección Massimo Dutti y en la otra tres camisas de distintos colores recién compradas en Celio y Zara. El sol rompía en mi cara y los muchachos me sonreían felices de haber coincidido conmigo. Todo era perfecto menos el destino que siempre espera su oportunidad para zancadillear a las Diosas.
No era un día especialmente frío, pero la vanidad está por encima de las circunstancias climatológicas. Quería estrenar la gorra del Real Madrid nueva que me regalaron para Papa Nöel, como afirmación y rebeldía, cuando pasaba por delante del Benillo vilamarín
La había ocultado por miedo a ser reconocida, pero pasando un tiempo sin incidentes, me confié y la bravuconada fue mi perdición. Porque sin duda fue la gorra lo que le dio la pista. Fue lo primero que miró cuando nuestros pasos se encontraron. Le vi mirar y sonreir. Miró la gorra, me miró a mí, y la sonrisa se transformo en carcajada. Premio. Yo era quien parecía ser y se dio cuenta. Se dirigió a mí, y sin dudarlo me llamó por mi nombre.
-¡DITAvon, manola zorra machota!
Dudé, podía haberme desentendido, sonreír con condescendencia y sorpresa y aligerar el paso negando levemente con la cabeza. Pero no es mis estilo negarme a mi misma y lo que soy. Le devolví la sonrisa y asentí amablemente.
-Que tal, morenota…
-Buahh, ¡que bueno, la tia gitana esta! ¡Que grande!
-Bueno, ya ves.
-La puta morisqueta machopingu de Dita, juas, juas…
Y aquí me di cuenta de que las cosas terminarían poniéndose desagradables, innecesarias y que debía echar el candado a aquel encuentro inesperado.
-Vale chavala, anda date un paseo y que te dé el fresco.
-Oye..
-Que si, que si,. Venga chao.
-Eh, eh, ¡puta manola!¡maricona!¡ yo soy mas guapa que tú y todas las manolas juntas te enteras mi amorcito! ¡porque soy colombiana mami, y tengo salsa, color y curvas¡ desabrida seca meca!