Hablando esta mañana con una chica con la que mantengo relación laboral desde hace ya más de un año, y con la que la frontera de la pura relación profesional desapareció hace tiempo para dar paso a un cierto grado de amistad y confianza, me contaba una experiencia por la que está pasando y que verdaderamente es de poner los pelos de punta.
No es la primera vez que me hablaba de ello, desde hace ya tres semanas me viene contando la situación y parece ir en un in crescendo a lo largo de todos estos días y la está poniendo en auténtico jaque.
Como comercial que es tiene que visitar a muchos clientes cada día, se patea andando la ciudad todos los días en rutas ya determinadas por días de la semana.
Hará como unas tres semanas se encontró en el local de uno de sus clientes a un hombre de origen Magrebí que se quedó prendado de ella, la abordó verbalmente con objeto de ligar, pero ella, a pesar de ser una persona con un gran sentido del humor y que podría haberse tomado la situación de cualquier otra manera, sintió que la situación no la gustaba, así que le cortó con tanta aspereza como pudo.
Esa ruta la recorre dos veces por semana, y al día siguiente que le tocaba visitar al cliente volvió a encontrarse al Magrebí en el mismo lugar, esta vez fue mas directo; cogió el dinero que el cliente le había dado como pago a sus fras. y le dijo que si quería su dinero tenía que besarle. Con el fuerte carácter que ella posee le pegó un bofetón en la cara y le arrancó el dinero de las manos diciéndole que con su dinero, un dinero que ni siquiera es suyo, sino que es el pago por los productos vendidos y pertenece a su Empresa, no se juega. Y a ella no se la chantajea.
Lo cierto es que, a partir de entonces, este hombre ha empezado a seguirla cada día que recorre esa zona, un poco más cada día, hasta el día de ayer que la siguió durante dos horas consecutivas y se atrevió a abordarla por detrás, hundiendo su mano en su melena, acercando su cabeza y echándole deliberadamente el aliento en la cara.
Ella le empujó y salió corriendo a una tienda de Zara, en la que se refugió y, desde allí, llamó a la policía pidiendo protección, porque el hombre estaba esperándola fuera.
Se personaron dos policías secretas que entraron en la tienda e intentaron ayudarla profundizando en la situación, pero al conocer que no había ocurrido nada más que lo descrito se limitaron a escoltarla fuera y a decirla que no podían hacer nada a menos que hubiese otra serie de abusos mayores; con lo cual, y teniendo que estar obligada a recorrer la zona dos veces por semana, la deja bastante indefensa.
En principio ha pensado que sea su pareja quien la acompañe el próximo viernes (próximo día que le toca recorrer la zona), pero tiene que plantear la situación en su propia Empresa para que le cambien el recorrido y pongan a otro trabajador en su lugar y, si no es posible, está pensando en abandonar su trabajo.
Su integridad física está por encima de su trabajo y su salario.
Y después de la historia, unas reflexiones:
Independientemente de que este hombre sea Magrebí (cuya cultura y moralidad es totalmente diferente de la nuestra en cuanto a relaciones entre géneros), lo cierto es que las situaciones de acoso existen diariamente también en nuestro país y con personas que ni siquiera son desconocidas, sino que están en nuestro ámbito cercano. Por haberla padecido en primera persona, y en dos modalidades (laboral y sexual), entendí perfectamente la reacción de M. de estar dispuesta a dejarlo todo por conservar su integridad.
¿Qué harías en una situación de acoso similar a esta, o distinta?, ¿la has padecido alguna vez?.