¿Somos un país de corruptos?
La cuestión es ¿por qué esta corrupción se da en España?. En mi humilde opinión: porque somos un país de corruptos. A los estadounidenses les gustan las armas. Y usarlas. Los asiáticos son tremendamente jerárquicos. Los españoles tendemos a interpretar 'de forma flexible' las normas. Cada país tiene sus cosas.
Afrontémoslo. España es un país en el que la gente no quiere estar fija porque así cobra el paro. Es un país en el que nadie se echó a la calle ante la tremenda injusticia de que existieran dos mercados laborales, uno blindado (hasta ahora) y otro totalmente liberalizado. Es un país en el que las empresas tienen a los trabajadores temporales haciendo las funciones de los jefes.
Es el país de las canonjías, de las mamandurrias (entre cuyos beneficiaros ocupa un lugar destacado Esperanza Aguirre, funcionaria en excedencia durante más de dos décadas). Es el país en el que todos sabemos que no hay un 26% de paro real, porque mucha gente trabaja en la economía sumergida. Y en el que a su vez mucha gente trabaja en la economía sumergida porque hay tantas trabas para participar en la economía legal que es más rentable lo segundo.
En España mucha gente ha dicho que los de derechas no roban en el poder porque ya eran ricos de antes, lo que implica que solo concebimos el enriquecimiento como robo, en el Gobierno o en el sector privado.
Rajoy fue designado por su predecesor. Rubalcaba fue designado por su predecesor, que ganó el poder en un golpe de mano en un cónclave político (también llamado 'Congreso'). Si un presidente español tuviera que pasar por las incertidumbres, la lucha y el esfuerzo salvaje de unas Primarias de Estados Unidos, aquí no entraba en política nadie.
España es un país de responsabilidades colectivas que, a fin de cuentas, es un sistema perfecto para que nadie asuma su responsabilidad. Es un país que desconfía del esfuerzo. Un país de mentalidad bastante caciquil, en el que "quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija", en el que "vale más caer en gracia que ser gracioso", donde "el que por necesidad trabaja, poco tiene y poco gana", en "el que trabaja honrado, se vuelve jorobado", "el que trabajando se hizo rico, vivió pobre y murió rico" y, finalmente, "el trabajo mata al asno, pero no al amo".
Hecha la ley, hecha la trampa
Según la clasificación del sociólogo holandés Geert Hofstede, España es un país hostil al capitalismo. Somos jerárquicos, lo que implica que las ideas no fluyen y que los jefes no saben lo que hacen los subordinados, y viceversa (en España todavía muchos piensan que dar explicaciones o aceptar preguntas es una humillación). No valoramos el éxito individual. No toleramos la incertidumbre (de ahí que queramos ser funcionarios). Y tratamos de eludir responsabilidades individuales. Es el "oiga, usted no sabe con quién está hablando", que es la frase favorita de los morosos en las comunidades de vecinos.
Esa actitud tiene, en mi opinión, explicación. España ha sido hasta hace poco un país rural, caciquil y muy pobre. No llevarse bien con el señor era peligroso. Y para llevarse bien con el señor lo importante no era ser eficaz. Por otra parte, fuera del ámbito de patronazgo del señor, la ruina estaba garantizada.
Max Weber establecía tres formas de legitimidad: tradicional, carismática y burocrática. La tradicional tendía a ser hereditaria, y giraba más en torno a la persona que al cargo. La carismática no era hereditaria, pero en ella la personalidad era la clave. La burocrática, finalmente, se centraba en el cargo y en las normas que lo regulaban. En España, aunque estamos evolucionando, creo que todavía tenemos en gran medida un sistema de legitimidad basado en autoridad tradicional.
Cuando los sistemas de autoridad tradicional, cuando experimentan un crecimiento económico súbito y democratización, se pueden hacer más corruptos. El año pasado, James C. Schopf publicó un artículo en el 'Asian Journal of Social Science' titulado 'De un solo regalo a costosas redes de corrupción. Democratización y cambios en las redes de corrupción en Corea' (From One Graft To Costly Corruption Webs. Democratisation and Shifting Corruption Webs in Korea).
Su idea es simple: en una sociedad corrupta, la democracia incrementa la corrupción, porque multiplica los centros de poder que se ven involucrados en la compraventa de favores. En este sentido, España ha vivido una explosión de centros de poder político y empresarial, y la mayor parte de nuestras grandes empresas se han criado a las ubres del Estado.
El resultado es, simplemente, corrupción. A fin de cuentas, "no voy a ser yo el único tonto que no roba".
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/02/0 ... 63094.html
Esto lo llevo yo diciendo desde hace siglos. El problema no son los políticos, el problema es la sociedad y sus valores morales. Nos rasgamos ahora las vestiduras porque nuestros políticos son corruptos y ladrones, cuando es difícil encontrar en este país a alguien honesto que no sea un vil pícaro. En España todo el mundo roba, todo el mundo sabe que los demás roban y todo el mundo se siente un idiota cuando no roba. Aquí no existe la vergüenza. ¿De qué nos asombramos ahora de que nuestros políticos hagan lo que nosotros hacemos, de que se comporten de una manera tan española como nos comportamos el resto?
España es un país maldito para la gente honesta. Aquí la decencia, la dignidad, el pundonor no existen ni nunca han existido. Por eso hemos sido siempre un país tan pobre, porque la riqueza no puede nacer en un pueblo de ladrones.