Asturkick escribió:De todas formas, no hay que confundir entre indigenistas, que son personas que propugnan reivindicaciones políticas, sociales y económicas para los indios de los países iberoamericanos y los, mucho más numerosos, pseudo-indigenistas. Estos últimos, sólo enaltecen a los indígenas cuando les interesa. Generalmente, cuando entran en debate con españoles y les echan en cara el trato histórico que éstos dieron a los nativos, la destrucción de sus culturas y la imposición de la española, el robo de tierras, la explotación de sus individuos, etc. Además, estos pseudo-indigenistas se presentan a sí mismos como "herederos morales" de los nativoamericanos por el mero hecho de haber nacido en América. Cuando, algunos, ni tienen sangre nativa en sus venas. Eso sí, se consideran aptos para criticar ferozmente el legado español en América, cuando la nación resultante, que tanto defienden, hizo cosas mucho peores que los españoles. En fin, todo esto es una gran hipocresía. Como ya he dicho, fruto de la ignorancia y la manipulación histórica.
Efectivamente, los descendientes de los conquistadores de América son los que exigen ser indemnizados por las supuestas atrocidades que hicieron sus antepasados. No se si están locos, tienen algún gen recesivo que les ha vuelto retrasados o que.
En fin, voy a continuar con la historia de la conquista de América. El 27 de diciembre de 1512 España abolió la esclavitud indígena mediante las “Leyes de Burgos”, en las cuales se emitieron las ordenanzas necesarias “para el gobierno con mayor justicia de los naturales, indios o indígenas” y se estableció que el Rey de España tenía derecho a “justos títulos” de dominio del Nuevo Mundo, pero sin derecho a explotar al indio, que era hombre libre y podía tener propiedades, pero que como súbdito debía trabajar a favor de la Corona sin mediar la esclavitud, retribuido y con libertades garantizadas, a través de los españoles allí asentados. España anteponía la evangelización de los nativos a cualquier otra materia, nativos a quienes consideraba hermanos cristianos, dejando a un lado las excepciones salvajes que efectivamente se pudieran dar y de las que de ninguna manera fue culpable España como unidad.