por Pikotasso » 16 Oct 2015, 14:52
Seguimos:
El que fuese presidente del Consejo de Ministros, Antonio Cánovas del Castillo, recibió a unas mujeres que fueron a pedirle un favor, al mismo tiempo que éstas se disculpaban por ello:
– ¡Ay, don Antonio! Debe usted de estar harto de nosotras, porque no dejamos de pedirle cosas. El político, conocido también por su fina ironía, contestó:
– Señoras, a mí las mujeres no me molestan por lo que me piden, sino por lo que me niegan.
En cierta ocasión, el Ministro de la Guerra durante la II República española, José María Gil Robles, fue interrumpido por un contrincante político que le espetó:
-¡Su Señoría es de los que todavía lleva calzoncillos de seda! A lo que Gil Robles replicó:
-No sabía que la esposa de Su Señoría fuese tan indiscreta.
En cierta ocasión, el filósofo, jurista y escritor romano Marco Tulio Cicerón hizo el siguiente comentario:
– En toda la Historia hemos tenido sólo un cónsul, tan preocupado por el bien público, que nunca durmió en el periodo de su consulado. Le preguntaron quién había sido ese cónsul. Y Cicerón contestó:
– Caninio Resizio, fue nombrado cónsul por la mañana y destituido esa misma tarde
El político y escritor gaditano del siglo XIX, Antonio Alcalá Galiano se encontró con una mujer conocida a la que no veía desde hacía más de veinte años y esta le espetó:
-Don Antonio, le encuentro muy viejo. El, la observó y contestó:
-Tampoco usted está más joven. Le ocurre lo que a los que se embarcan por vez primera, que cuando el barco comienza su singladura les parece que es la tierra la que se va de ellos, y que ellos no se mueven.
En cierta ocasión, un diplomático que se estaba entrevistando con el Presidente de la República Popular China, Mao Tse-tung, le realizó la siguiente pregunta:
-¿Qué habría pasado si, en lugar de haber matado a Kennedy, hubieran matado a Kruschev? El líder chino contestó:
-Hay una cosa que es segura: Onassis no se habría casado con la señora de Kruschev.
Con motivo de la segunda vuelta de las elecciones del año 2002 a la presidencia de la república francesa, se celebró un debate televisado en el que, los dos contrincantes, Lionel Jospin y Jacques Chirac pondrían sobre la mesa sus diferentes programas electorales. Antes del debate, el candidato socialista Jospin se dirigió a su oponente, haciendo gala de su juego limpio, de la siguiente manera:
– Que gane el mejor. A lo que Chirac respondió:
– Gracias.
El médico, periodista y político izquierdista francés, George Clemenceau tenía una casita de campo donde acudía a descansar en vacaciones. En la casa contigua vivía un sacerdote y en el jardín de éste crecía un enorme y frondoso árbol que tapaba las vistas desde el jardín de Clemenceau. Cierto día, el político solicitó al religioso que cortase el árbol que tanto le molestaba y el cura decía que lo había plantado en su juventud. Era tal la insistencia para que lo cortase que, finalmente, el vecino accedió.
Y, apenado, dijo:
-Que nadie diga que fui un obstáculo para que Clemenceau viera el cielo, aunque fuera de lejos.
Durante la crisis económica española de mediados del siglo XIX, un acreedor ansioso por cobrar la deuda que había contraído el gobierno con él le dijo a Ramón María Narváez, Presidente del Consejo de Ministros:
-España cuenta con hombres insignes, como Cristóbal Colón, que descubrió América ¿Por qué nadie del gobierno descubre la manera de pagarnos? A lo que Narváez le contestó:
-Mire usted, Colón descubrió América porque había una América que descubrir; nosotros no podemos descubrir dinero porque no lo hay.