Breve Historia silenciada de Tabarnia.
Un paseo a través de su Historia, para que conozcas el ancestral origen de Tabarnia y cómo Cataluña ha tratado de enterrarla y silenciarla.
A pesar de que existen ya algunos indicios de Tabarnia en los diálogos de Platón (Στα εδάφη της ταβαrηiα, φίλε), hasta el punto de que prestigiosos historiadores coinciden en relacionarla con la Atlántida, tenemos información fiel de su existencia en los tiempos de Escipión. De hecho, el propio Escipión desembarcó en la Tabarnaconense, como se indica en los textos de aquella época, en su lucha contra Aníbal y queda admirado de la riqueza y belleza de la zona. Además, sus bravos habitantes, se alistaron en su ejército, siendo sus aliados más valerosos. Ya entonces, el propio Escipión diferenció entre los Tabarnenses, valientes y orgullosos hispanos, de sus vecinos, los indepecatalanicenses, sediciosos, traicioneros, reservados y mucho más primitivos. "A tu lado, un tabarnés, en tu espalda nunca un indepecatalanicense" afirmó.
La Tabarconense forma parte, así, desde sus inicios, de la Hispania Romana y de lo que más tarde, con la caída del Imperio Romano, en el germen de la España que hoy conocemos. Su capital, Tabarnaco fue una de las ciudades más prósperas de Hispania. Con el reino visigodo, poco varió. Los tabarneses fueron guardianes de los restos de civilización y ayudaron al nuevo gobierno peninsular a mantener la paz y la concordia en la medida de lo posible. Se cuenta que Leovigildo tenía en los tabarneses a sus asesores de confianza.. Durante todo este tiempo, los indepecatalanicenses rumiaban en silencio e iban acumulando rencor y celos por el éxito de sus vecinos. Ellos no querían mantener relación alguna con el resto de Hispania y se mantenían aislados en sus villas y masías. Debido a ello, es sabido que un Don Sunyer, un indepecatalanicense, conde de Bañolas, realizó un viaje al Norte de África, reuniéndose con Muza pidiéndole que cruzara el estrecho y atacara Hispania y Tabarnia para ayudarles a conseguir la independencia.(imagen de Sunyer con Muza). Aquella incursión acabó transformándose en la invasión musulmana de Hispania. El último rey Visigodo, Ardo, de origen Tabarnés luchó por mantener la España visigoda, pero fue traicionado por las tropas indepecatalanicenses, que dejaron entrar a las tropas de Al-Hurr en Gerona. Los indepecatalanicenses aprovecharon esta época para destruir gran parte de los documentos relacionados con Tabarnia y para renombrar ciudades, cosa que siempre les ha encantado. Algunos de los caudillos de Tabarnia se refugiarían al norte de los Pirineos, uniéndose a las tropas francas de Carlos Martel que, posteriormente, derrotarían en Poitiers al ejército musulman, frenándose el avance del Islam en Europa. Los descendientes de aquellos tabarnenses supervivientes pelearían, posteriormente, junto a Carlomagno para recuperar los territorios perdidos y gracias a su esfuerzo bélico, se establecería la Marca Hispánica, cuya protección se encomendaría, entre otros, a tabarnenses. Cuando los condados de la Marca fueron librándose del dominio franco, el Condado de Tabarnia, o de Barcelona como se le conoce comúnmente y erróneamente, se unió al Reino de Aragón. Posteriormente se cumpliría el anhelo hispánico de Tabarnia con la boda de los Reyes Católicos.
¡Tabarnia ya formaba parte de España! Y así ha sido desde entonces. Los tabarnenses fueron partícipes y protagonistas, junto al resto de españoles de una época de esplendor y de uno de los mayores imperios que ha visto la humanidad. Pero el ocaso de aquel imperio coincidió con la aparición de uno de los descendientes de los indepecatalanicenses, que habían permanecido escondidos en las montañas sin relacionarse más que entre ellos, de forma endogámica. Aquel descendiente, Oriolano Junqueras, fue uno de los promotores de que los Tabarnenses se levantaran contra Felipe V, apoyando la causa del Archiduque Carlos en la Guerra de Sucesión, lo cual trajo desastrosas consecuencias. Aún así, pronto los tabarnenses, una vez digerida la derrota, se dieron cuenta que la eliminación de fueros de Aragón para centralizar el gobierno de España era una decisión lógica y siguieron formando parte orgullosa de ésta. Sólo algunos disturbios ocasionales, con habitantes de la Cataluña profunda, que buscaban llamar la atención, bloqueando caminos y veredas con sus carros y burros (símbolo del independentismo catalán desde entonces) fracturaban la pacifica convivencia en España.
No hubo más sobresaltos en la historia de Tabarnia hasta el siglo XX, debido a que su aspiración histórica: formar parte de una España unida, estaba más que cumplida. Hasta que con la llegada del romanticismo y otros pensamientos absurdos, surgió la idea de la nación catalana. Aunque Tabarnia nunca quiso formar parte de estos delirios, lo cierto es que la facilidad para engañar a los habitantes de las zonas más rurales de Cataluña, que eran fieros y apenas estaban civilizados, provocó que algunos oportunistas, como Maciá, intentara sacar provecho. Surgió así el movimiento independentista catalán, a manos de algunos catalanes con cierta alergia al trabajo y con mucho tiempo para intentar llevar a cabo fantasías con el dinero ajeno. Este movimiento recibió apoyo sobre todo de esas zonas rurales ya comentadas. Viendo una oportunidad, los descendientes de los indepecatalanicenses, que se habían mantenido ocultos y practicando una brutal endogamia que había deformado de forma horrible su cuerpo, mandaron a Jordi Pujol a que promoviera a toda costa el independentismo.
Haciéndose con el poder de la Generalitat, Jordi Pujol extendió sus redes por todas las escuelas y medios de comunicación, consiguiendo que el nombre de Tabarnia, fiel aliada de España, desapareciera paulatinamente del ideario catalán. Fueron años duros para Tabarnia, oculta a ojos del resto de España a causa del movimiento independentista, pero finalmente, en los tiempos más oscuros, cuando las mentiras del independentismo estaban calando más profundamente, resurgió el orgullo Tabarnés.
Tabarnia, harta de mentiras y de injusticias se ha alzado de nuevo, como orgulloso adalid español, dispuesta a defender con orgullo sus ideales y pidiendo liberarse del control independentista sobre sus gentes. Tabarnia será libre y será española, como siempre ha sido.