Es difícil hacerle entender a un radical machista que su concepto del mundo está equivocado, es tan difícil como arrancarle de la boca un caramelo chupado a un niño, que está disfrutando de él aunque corra el riesgo de que le suba el azúcar porque es diabético.
A día de hoy todavía hay sociedades, muchas, en las que un patriarcado es la norma social (escrita y no escrita), y ese patriarcado supone una imposición a cualquiera que no sea de género masculino. Entiendo que hay sociedades en las que la utilización de un burka es imprescindible porque la mayoría de esa sociedad (mujeres incluidas), lo entiendan como una forma de convivencia y respeto por las costumbres de sus ancestros y esa sociedad exija que la libertad individual ha de estar restringida a vivir como un fantasma fuera de los muros de su casa. Y digo entiendo por intentar entender que pueda haber muchas palizas detrás si una mujer se sale un sólo milímetro de la línea marcada, y si hay una concentración de mujeres que reivindiquen lo contrario se parapete en leyes que puedan acallar sus voces por la vía de ajusticiamiento colectivo.
Es triste e injusto, pero lo entiendo.
Lo que no entiendo en sociedades más evolucionadas, como la nuestra u otras similares, es que un hombre siga escudándose en su liderazgo para recortar libertades a su madre, su hermana, su pareja y/o su hija.
Por los mundos de los foros se puede leer todo tipo de pensamientos que reflejan mentalidades egoístas y retrógradas a más no poder (habría que saber lo que sucede en sus vidas reales), pero cuando lo escuchas en primera persona y de viva voz en un conciudadano te salta la alarma y se convierte en advertencia de peligro, un peligro acechante y real que te puede alcanzar el primera persona y línea.
Hoy tenía la oportunidad de escuchar a uno de estos machistas (no sé si por necesidad o por idiosincrasia), y me he tenido que callar y hacer que no escuchaba nada por situación totalmente personal en la que mi mejor reacción era esa, en lugar de contestar iracundamente con un "¿en qué mundo vives tú, muchacho?".
El argumento de este individuo era tan simple como que si una mujer no estaba de acuerdo con el salario que se le pagaba en un trabajo (inferior al de un hombre), lo que tenía que hacer era volverse a su casa a fregar y dejar ese puesto libre para otro hombre que lo desarrollase.
Me he comido la lengua hasta llegar a las uñas de los pies, pero también me ha dejado reflexiva en que, frente a una situación de crisis tan profunda como la que estamos viviendo, no estaremos asistiendo a una involución en cuanto a derechos de igualdad se refiere. No estamos hablando de equiparar derechos entre un pez y un humano (digo pez por decir una especie cualquiera), sino de equiparar derechos entre dos seres humanos.
Pd. Esto también me recuerda un tema abierto por (creo) Incitatus al respecto, y en el que yo rebatía a un tal Dr. Frío que lo que hay es mucho machismo soterrado, no leyes que amparen las desigualdades.