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La ficción producida por Atresmedia y la productora Vancouver Media debutó en la pequeña pantalla española el 2 de mayo de 2017, y cuatro millones de españoles lo convirtieron en el estreno más visto del año en España.
El incontestable éxito internacional, que también ha llegado a Italia, Brasil, Francia o Arabia Saudí contrasta con la reacción de las altas esferas políticas turcas.
Hace unas semanas, el anuncio en Youtube del estreno de la segunda parte de la serie irritó a las clases dirigentes y por ejemplo, el exalcalde de Ankara Ibrahim Melih dedicó un hilo de Twitter a explicar las implicaciones norteamericanas que hay en la producción. Sus cuatro millones de seguidores encontraron con frases tan sorprendentes como que "el ex asesor de seguridad nacional de Obama está sentado en la junta ejecutiva de Netflix. Sería ingenuo no ver el dedo de EEUU en este proyecto". Según el político "cada fotograma de la serie tiene mensajes subliminales y está triunfando en países con muchos rebeldes".
Pero la conspiranoia no se limita sólo a las clases dirigentes y según el periodista Ömer Turan, "la música, los eslóganes, el vestuario, los escenarios... Cada fotograma incluye mensaje subliminales. Esto debería ser investigado" porque es muy grave que se permita la emisión de una serie que "anima a los jóvenes a rebelarse contra el Estado". El comentarista político también analizó la relevancia de los apodos de los atracadores, y sobre el eslogan promocional de "Berlín es nuestro padre" en referencia al personaje de Pedro Alonso, Turan señala que es un mensaje claro sobre cómo Europa y Occidente intentan controlar económicamente Turquía. "Esto hace referencia a la burocracia, la economía, el Banco Central y la subida del dólar. Ese mensaje no es subliminal, es claro y muy internacional", denunció.
Melih y Turan han solicitado la intervención e investigación de la serie por parte del gobierno turco. Una petición que no resulta descabellada en un país en el que la nueva "ley de internet" permite que las autoridades estudien y regulen los contenidos de cualquier plataforma de streaming. En el caso de que la investigación sea exitosa, la producción podría ser censurada y suprimida del catálogo de Netflix en el país.