Colón, víctima del racismo indigenistaSería bueno recordar, como Emilia Pardo Bazán explicaba durante una conferencia en París en 1899, que, frente a esa Leyenda Negra, hay una Leyenda Dorada…Poco más hizo Colón que descubrir América, cosa de poco mérito si hacemos caso a los documentales anglosajones que nos cuentan como los vikingos, nórdicos eso sí, llegaron a América mucho antes que él. Claro que como los vikingos no llevaron consigo ningún impulso civilizador, ni los anglosajones se ocuparon en semejantes menesteres hasta muchos siglos después, hay que ennegrecer el que sí llevó España. Así que, con el mismo énfasis que emplean para dejar claro que Colón no fue el primer europeo que pisó tierras americanas, se empeñan en recalcar que, quien representa el comienzo de tan extraordinaria empresa que llevó cultura católica, española y europea a América, en realidad es el precursor de un genocidio.
Nada nuevo en la larga tradición de mentiras y falsedades de la Leyenda Negra forjada, primero por italianos, franceses, ingleses y flamencos, cuando se enfrentaban al Imperio español, leyenda fabricada a base de exageraciones y omisiones, que una vez abatida España como imperio ha continuado porque servía a la supremacista visión del protestantismo anglosajón y su “Manifest Destiny” para calumniar la cultura hispana y católica. Posteriormente el marxismo también ha hecho suyas las tesis de la Leyenda Negra como arma propagandística anticapitalista, usándola como ejemplo de la opresión imperialista de los europeos sobre los pueblos del tercer mundo. Tras la crisis de las ideologías de la posmodernidad y la fragmentación de las grandes causas sociales en un mosaico de reivindicaciones de minorías, a la Leyenda Negra se le ha sumado el indigenismo, corriente de pensamiento que mitifica a las tribus precolombinas, cuya armoniosa vida fue destruida por culpa de los codiciosos conquistadores españoles y cuyas ricas culturas fueron aniquiladas por los intolerantes evangelizadores católicos.
La reciente retirada de Los Ángeles de una estatua de Colón se debe a la iniciativa de uno de estos sujetos indigenistas, un concejal del ayuntamiento llamado Mitch OFarrell, un descendiente de la tribu Wyandotte de Oklahoma, que considera, como Evo Morales, Hugo Chávez o Pablo Iglesias, que el descubrimiento de América fue un genocidio. Una idea descabellada. Nunca hubo genocidio alguno. Ni se exterminó a la población indígena, ni se la deportó encerrándola en reservas tal y como sucedió con la colonización anglosajona de EE.UU. y Canadá. La única “culpa” atribuible a los conquistadores españoles es que llevaron a América enfermedades europeas contra las que los aborígenes carecían de defensas inmunológicas para hacerles frente.
El modo de vida que llevaban los indígenas antes de la llegada de los españoles era sin duda civilizado, sus construcciones, sus ciudades y sus conocimientos astronómicos y matemáticos para nada son desdeñables, pero sus sociedades aún no estaban más evolucionadas que las europeas de la Edad de Bronce.
El modo de vida de las culturas precolombinas se caracterizaba por las constantes guerras de dominio, la esclavitud, el sometimiento de los más débiles, los tributos agobiantes y los vejámenes en masa de otras tribus, las expropiaciones y deportaciones, los saqueos y los sacrificios más inhumanos. En términos de desarrollo filosófico y jurídico, el choque cultural fue abismal: mientras en España la controversia de Valladolid trataba de delimitar y proteger los derechos de los indígenas recién conquistados, los pueblos amerindios no habían desarrollado mayor pensamiento humanístico que la ley del más fuerte,
ni más disquisición jurídica que el derecho absoluto del vencedor sobre el vencido.
Pese a ello,
nunca España se planteó su superioridad como civilización en los términos racistas como posteriormente lo hicieran Gran Bretaña y las potencias colonizadoras del siglo XIX. Autores como Iván Vélez, siguiendo a Gustavo Bueno, han sabido retratar esta crucial diferencia al entender que el imperio español nunca fue depredador. Desde un inicio los conquistadores españoles se lanzan a crear una nueva comunidad con los pueblos originarios, sin ningún prejuicio para la interrelación social. Curiosamente, en el siglo XIX serán los representantes fruto de aquella interacción, los criollos, quienes harán las revoluciones que logran la independencia de España y crearan las comunidades nacionales que hoy todos conocemos y que son imposibles de entender sin ese nexo común que las une gracias a la labor civilizadora de España.
Ciertamente nadie niega que se produjeron abusos injustificables, pero seriamos completamente estúpidos si juzgásemos con la mentalidad de hoy en día los sucesos del siglo XV y XVI, de la misma manera que no podemos juzgar con nuestros ojos la crueldad de Roma en sus conquistas en Europa y el Mediterráneo para despreciar su aportación civilizadora.
Pretender hoy en día reivindicar políticamente la Europa prerromana sería un completo absurdo, de la misma manera que lo es el indigenismo cuando se remonta a la América precolombina para acusar a España de genocidio y rechazar su labor civilizadora. Esta tergiversación del pasado encierra un fuerte componente xenófobo y racista. Racista porque niega la unión entre el elemento nativo, indígena y el elemento hispánico, europeo, del que nace la sociedad criolla, fomentando el rencor contra aquel mestizaje. Xenófoba porque apreciando tan sólo el pasado precolombino, para denigrar los siglos en que se construye la realidad hispanoamericana, se fomenta el odio hacía el legado hispánico porque fue impuesto por foráneos, no por un imperio nativo. Este indigenismo que considera el descubrimiento de América y la llegada de los españoles el epítome del mal, forma parte de esa gran corriente del “progresismo” cultural que predomina en Occidente y que proclama el triunfo del victimismo de las minorías. Para los indigenistas es mucho más sencillo culpar a los otros del atraso cultural y social en vez de aceptar responsabilidades como pueblo y buscar soluciones.Desde luego es más fácil quitar estatuas a Colón que buscar razones para explicar cómo es posible el desarrollo de muchos países asiáticos, recién salidos del dominio colonial, mientras los países hispanoamericanos, que llevan dos siglos siendo los dueños de sus destinos, son incapaces de eliminar la corrupción política endémica, desarrollar una clase media pujante, corregir la desigualdad, acabar con las bolsas de pobreza tercermundistas y lograr un desarrollo económico estable.
Hegel en sus Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal afirmaba que “los americanos viven como niños, que se limitan a existir, lejos de todo lo que signifique pensamientos y fines elevados…” Mucho nos tememos que mientras se siga acudiendo a la demagogia victimista del indigenismo para evitar afrontar la realidad, culpando de todos los problemas socioeconómicos actuales a la herencia española o al injerencia useña, Hispanoamérica seguirá sin ocupar el lugar que se merece en el concierto mundial.Por parte de nosotros, los españoles, sería bueno recordar, como Emilia Pardo Bazán explicaba durante una conferencia en París en 1899, que, frente a esa Leyenda Negra, hay una Leyenda Dorada y que, al igual que sucede con la conquista y legado de Roma, el balance del descubrimiento y conquista de América, no sólo es positivo, es parte imprescindible del impulso civilizacional de Europa.
https://gaceta.es/opinion/colon-racismo-indigenista-victima-mateo-requesens-20181117-0144/