Los legisladores nacionales tienen un sueldo que se conforma de una manera particular: cobran una “dieta” o salario básico, que se actualiza por las paritarias de los
empleados legislativos; una suma adicional por gastos de representación, un monto fijo determinado por la Presidencia de cada Cámara; un dinero específico para gastar pasajes (20 aéreos y 20 terrestres de un tramo determinado) que, si no lo usan,
pueden recibir en efectivo; y, finalmente, si un congresista vive a más de 100 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires percibe un p
lus por “desarraigo”, el cual se calcula como el 14,2% del total de su dieta y gastos de representación.
Y aún faltan los "gastos reservados" que nunca sabremos.