Alonso Quijano escribió:O por lo menos eso es lo que cree el Banco Morgan Stanley...
Morgan Stanley cree que España 'puede ser la próxima Alemania' de la eurozonaLa caída de los costes laborales a raíz de la recesión y de las reformas adoptadas, junto a la fortaleza mostrada por las exportaciones, podrían permitir a España convertirse en "la próxima Alemania" de la zona euro, según expone en una nota para inversores el banco estadounidense Morgan Stanley, que confía en que, si los errores de los políticos no lo evitan, la economía global se recuperará a finales de año.
En contraste con los pronósticos para España, los autores del informe especulan con una mejora de la demanda doméstica en Alemania, soportada por los bajos tipos de interés, las mejoras salariales y el alza de los precios inmobiliarios, al mismo tiempo que se deteriora la competitividad externa de la 'locomotora europea'.
"He estado hablando de que España se convertirá en Alemania y Alemania en España durante bastante tiempo, pero en una reciente visita a Madrid he escuchado cómo resonaba por primera vez entre mis clientes españoles", explica el analista de Morgan Stanley, Joachim Fels.
En este sentido, el autor del informe subraya que, a pesar de que las tertulias y la actualidad española aparecen dominadas por las acusaciones de corrupción que salpican al Gobierno, "dificilmente nadie cree que esta cuestión tenga el potencial de hacer caer al Gobierno o cambiar el curso político".
"Muchos de mis contactos, quienes se contaban entre los más pesimistas en el último par de años ahora piensan que lo peor para la economía española puede quedar pronto atrás y pienso que tienen razón", añade el analista.
Por otro lado, y en relación con las perspectivas de recuperación económica a lo largo del ejercicio, Morgan Stanley augura un escenario de políticas monetarias incluso más relajadas que las actuales como consecuencia de las medidas adoptadas en Japón para combatir la deflación, que forzará a los bancos centrales a tratar de frenar la apereciación excesiva de los tipos de cambio en los mercados de divisas.
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/02/1 ... 63506.html
Un buen día del año 2014 nos despertaremos y nos anunciarán que la crisis ha terminado. Correrán ríos de tinta escritos con nuestros dolores, celebrarán el fin de la pesadilla, nos harán creer que ha pasado el peligro aunque nos advertirán de que todavía hay síntomas de debilidad y que
hay que ser muy prudentes para evitar recaídas. Conseguirán que respiremos aliviados, que celebremos el acontecimiento, que depongamos la actitud crítica contra los poderes y nos prometerán que, poco a poco, volverá la tranquilidad a nuestras vidas.
Un buen día del año 2014, la crisis habrá terminado oficialmente y se nos quedará cara de bobos agradecidos, nos reprocharán nuestra desconfianza, darán por buenas las políticas de ajuste y volverán a dar cuerda al carrusel de la economía. Por supuesto, la crisis ecológica, la crisis del reparto desigual, la crisis de la imposibilidad de crecimiento infinito permanecerá intacta pero esa amenaza nunca ha sido publicada ni difundida y los que de verdad dominan el mundo habrán puesto punto final a esta crisis estafa -mitad realidad, mitad ficción-, cuyo origen es difícil de descifrar pero cuyos objetivos han sido claros y contundentes: hacernos retroceder 30 años en derechos y en salarios.
Un buen día del año 2014, cuando los salarios se hayan abaratado hasta límites tercermundistas; cuando el trabajo sea tan barato que deje de ser el factor determinante del producto; cuando hayan arrodillado a todas las profesiones para que sus saberes quepan en una nómina escuálida; cuando hayan amaestrado a la juventud en el arte de trabajar casi gratis; cuando dispongan de una reserva de millones de personas paradas dispuestas a ser polivalentes, desplazables y amoldables con tal de huir del infierno de la desesperación, entonces la crisis
habrá terminado.
Un buen día del año 2014, cuando los alumnos se hacinen en las aulas y se haya conseguido expulsar del sistema educativo a un 30% de los estudiantes sin dejar rastro visible de la hazaña; cuando la salud se compre y no se ofrezca; cuando nuestro estado de salud se parezca al de nuestra cuenta bancaria; cuando nos cobren por cada servicio, por cada derecho, por cada prestación; cuando las pensiones sean tardías y rácanas, cuando nos convenzan de que necesitamos seguros privados para garantizar nuestras vidas, entonces se habrá acabado la crisis.
Un buen día del año 2014, cuando hayan conseguido una nivelación a la baja de toda la estructura social y todos - excepto la cúpula puesta cuidadosamente a salvo en cada sector -, pisemos los charcos de la escasez o sintamos el aliento del miedo en nuestra espalda; cuando nos hayamos cansado de confrontarnos unos con otros y se hayan roto todos los puentes de la solidaridad, entonces nos anunciarán que la crisis ha terminado.
Nunca en tan poco tiempo se habrá conseguido tanto.
Tan solo un año les ha bastado para reducir a cenizas derechos que tardaron siglos en conquistarse y extenderse. Una devastación tan brutal del paisaje social solo se había conseguido en Europa a través de la guerra. Aunque, bien pensado, también en este caso ha sido el enemigo el que ha dictado las normas, la duración de los combates, la estrategia a seguir y las condiciones del armisticio.
Por eso, no solo me preocupa cuándo saldremos de la crisis, sino cómo saldremos de ella. Su gran triunfo será no sólo hacernos más pobres y desiguales, sino también más cobardes y resignados ya que sin estos últimos ingredientes el terreno que tan fácilmente han ganado entraría nuevamente en disputa. De momento han dado marcha atrás al reloj de la historia y le han ganado 30 años a sus intereses. Ahora quedan los últimos retoques al nuevo marco social: un poco más de privatizaciones por aquí, un poco menos de gasto público por allá y voilà: su obra estará concluida. Cuando el calendario marque cualquier día del año 2014, pero nuestras vidas hayan retrocedido hasta finales de los años setenta, decretarán el fin de la crisis y escucharemos por la radio las últimas condiciones de nuestra rendición.