Numeral escribió:camilo de madarnás escribió:Doña Berenguela escribió:
Lo normal, en tu era, creo que era leer a escondidas el Penjaus... digo yo...
Pues no... el Madarnito leía a escondidas el ABC...
Tócate la seta...
;-))
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Lo que pasa, querida amiga... es que yo... al contrario que todos vosotros
SI soy clase obrera...
En este hilo estoy contigo. Yo también soy padre y creo que no he prohibido nada que de algún modo haya podido limitar sus experiencias.
Además me parece estupendísimo que haya personas que les parezca que la masturbación es mala y escriban sobre los males de esa práctica y que no se la machaquen y me parece fenomenal que haya personas que la defienda y se la pele de manera compulsiva. Viva la pluralidad. ¿dónde está el problema?
Yo personalmente no se me ocurriría intentar concienciar a nade para que se la casque más o menos.
He leído el artículo y no me convence. Pero lo respeto.
Con esas amenazas de demencia, ceguera, neurosis, parálisis progresiva y otras calamidades, así como la condena al fuego eterno el día del juicio final a causa de la masturbación, ya nos viene machacando la iglesia católica desde hace 2.000 años para que ahora venga el 'ABC' a rematar la faena. Estamos hablando de un diario de tirada nacional, no de un órgano religioso, aunque en este caso no se aprecie la diferencia. ¿A cuento de qué tiene que venir un supuesto diario de información a comer el coco a sus lectores con trasnochadas supersticiones religiosas que no se las traga hoy día ni el tonto del pueblo (suelen hacerse muchas pajas)?
¿Se puede imaginar alguien a un periódico serio europeo adoctrinando a sus lectores para que no se lleven la mano a la bragueta? ¿Puedes concebir una campaña así en Le Monde, Le Figaro, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el Corriere della Sera, The Times o The Guardian, por poner unos ejemplos? El cachondeo entre los lectores sería tan monumental y la pérdida de prestigio tan gigantesca, que significaría la ruina del diario que tuviera tan peregrina idea, pero tranquilo, que no va a suceder. Algo así solo puede pasar en España, donde el panfleto grapado seguirá teniendo sus acólitos, pese a los pesares.